Domingo Faustino Sarmiento es conocido como el padre del aula, el gran impulsor de la educación argentina. La ley de educación común de 1884, que establecía la instrucción primaria, obligatoria, gratuita y gradual fue producto de lucha de toda la vida. El día de su fallecimiento, el 11 de septiembre 1888, dio lugar a la conmemoración de la gran tarea docente.
Sin embargo, Sarmiento no fue el único que luchó por difundir la importancia de la educación. En una sociedad en consolidación, muy tradicional como era el Río de la Plata en el siglo XIX muchas mujeres se pusieron al hombro esta tarea. Entre ellas Juana Manso luchó profundamente por difundir la educación y su visión particular de la misma, no sin obstáculos, entre aquellos niños, y niñas, más desfavorecidos. Juana fue una pionera en su tiempo, con valores claramente feministas luchó por una educación para las mujeres en pie de igualdad, para ella la inteligencia no tenía sexo y fue por ello perseguida y cuestionada: en otra carta a Sarmiento se lamentaba de que “se les hace un delito en las mujeres que deseen ilustrarse, y peor que delito es, ridículo todavía en nuestro país, que la mujer haga uso de su inteligencia”
Fue la primera mujer que ejerció un cargo público: fue miembro de la Comisión Nacional de Escuelas y dirigió la revista Anales de educación común, desde donde promovió sus ideas sobre la educación infantil, sobre la educación popular como base de la construcción de la nación y criticó a los gobiernos que no invertían en educación para mantener ignorante a la población
Por ello celebramos el 11 de septiembre como el día del maestro y la maestra en homenaje a todos y todas los todavía hoy con profunda vocación docente luchan porque la educación llegue a cada rincón de la Argentina, a cada niño y cada niña y genere espacios de aprendizaje, debate, inclusión, respeto e igualdad.